Felip Moll es el primer menorquín en completar la regata oceánica “en solitario” Mini Transat. Esta dura regata se celebra cada dos años, en veleros de serie o prototipos de solo 6,5 metros de eslora, y en esta edición de 2021 han participado más de 90 barcos.

La Mini Transat 2021 comenzó el pasado mes de septiembre, y ha tenido dos etapas. La primera etapa zarpó de Les Sables d’Olonne (Francia) y llegó a Santa Cruz de La Palma (Islas Canarias). Tras una escala de dos semanas, a finales de octubre comenzó la segunda etapa de cruce del Atlántico hasta el Caribe (puerto de Guadalupe).

Felip Moll, a bordo del velero “ALLEVÀ”, tras recorrer más de 4000 millas navegando en solitario, arribó a Guadalupe el pasado 16 de noviembre; completando por primera vez esta gran gesta de navegación oceánica.

A través de esta entrevista, vamos a conocer los comienzos de Felip en el mundo de la náutica, los retos del proyecto y de la preparación de la regata Mini transat, y como ha vivido a bordo esta extrema experiencia en la mar. Agradecemos de antemano su inestimable colaboración.

Entrevista a Felip Moll

Felip Moll. Fotografía: Vicent Olivaud.

Felip, ¿Cómo fueron tus comienzos en la navegación a vela?, ¿Dónde aprendiste a navegar?

Mis comienzos han sido un poco contrarios a como se hace normalmente. De pequeño estuve un par de veranos y un invierno en el Club Nàutic de Ciutadella jugando con los optimist, dónde me entro el gusanillo de la vela.

No practiqué más vela hasta que fui a estudiar a Barcelona, dónde empecé embarcándome en cruceros, primero en regatas de club y después en regatas de altura. Durante ese tiempo compré un viejo Roga 420 que llamé Calisco y que restauré completamente, y fue dónde aprendí a trabajar un poco la fibra, gelcoat, etc. Al mismo tiempo, y también desde pequeño, teníamos un pequeño bote con el que iba a pescar con mi tío Paco, y también un pequeño velero familiar, Gavina, con el que pasaba los veranos.

Ya con experiencia y 25 años decidí que quería profundizar más en las regatas y me pasé a la clase Laser, dónde estuve 2 años hasta encontrar la oportunidad de empezar en Classe Mini con Allevà.

Felip Moll a bordo del Allevà. Fotografía: Vicent Olivaud.

¿Cuál ha sido tu trayectoria en la náutica antes de la MINI-TRANSAT?, ¿Cómo das el salto a la navegación oceánica?

El salto a la oceánica viene por el espíritu de aventura que te aporta estar en alta mar, sin nada más que tus conocimientos y herramientas, y a merced de la naturaleza. Había vivido esto muchas veces antes haciendo las regatas de altura con cruceros, y poco a poco fui asistiendo a conferencias de navegantes oceánicos, lo cual me hizo soñar en un día poder navegar en solitario con mi propio barco.

Cuando en 2016 fui a unas jornadas de puertas abiertas de la Base Mini, me quedó claro. Yo quería un mini. Fue un par de meses después que encontré a Allevà 588, y donde empezó todo.

Felip Moll en palo del Allevà. Fotografía: Vicent Olivaud.

¿Un proyecto tan importante como la MINI-TRANSAT no es fácil de alcanzar, requiere tiempo, apoyos y esfuerzo. ¿Qué le aconsejarías a alguien que quiera intentar este proyecto en la próxima edición en 2023?.

Que no se agobie, que se guie por su sueño y que no cuente el dinero que gasta. Un proyecto de estas características es caro, pero se puede hacer. Hay presupuestos de todo tipo y hoy, con la Base Mini de Barcelona, tenemos muchas facilidades.

Hay que sacrificar muchas cosas, tiempo con amigos y familia, pareja, vacaciones, pero lo positivo que te aporta un proyecto mini es tan potente que vale la pena.

Salida Mini Transat. Fotografía: Vicent Olivaud.

El entrenamiento en la mar y la preparación física antes de la regata son importantes, ¿Dónde y cómo te preparaste para este gran reto?.

La Base Mini Barcelona ha sido mi pilar y el de todos los españoles. Allí tenemos a Anna Corbella que tiene muchísima experiencia, a Didac Costa y pronto a Juan Merediz. Hay muchísimo conocimiento entre nosotros y avanzamos muy rápido, y lo más importante, muy buen ambiente.

Hemos profundizado todos los temas, formándonos en seguridad, primeros auxilios, físico, maniobras, bricolaje, electrónica de navegación, electricidad, velas, psicología, meteorología, gestión del sueño y del hambre, etc.

Allevá (588) en salida Mini Transat. Fotografía: Vicent Olivaud.

¿Puedes explicar a nuestros lectores las características del velero ALLEVÀ, con el que has completado la MINI-TRANSAT?, ¿Qué equipamiento llevas a bordo?.

Allevà, con número de casco 588 es un Pogo2 de 2009 diseñado por Finot. Mide 6.5m de eslora, 3 de manga y 1.6 de calado. Pesa 1250kg con mi configuración de regata, y es un diseño “clásico” con la proa en “punta”. Hoy en día los diseños tienen proas redondas.

A bordo llevo, un GPS (sin cartografía, solo posición), un AIS, y una VHF, además de todo el equipo de seguridad que nos obliga la clase mini (chalecos, bomba de achique, bengalas, y un largo etc.). Llevamos también una BLU, una radio que capta altas frecuencias y que nos permite escuchar la meteo emitida por la organización.

La velocidad máxima que he conseguido con un Pogo2 es de 16.4kt, y con Allevà 15.8kt. Su mejor rumbo es cuando el viento te viene por la aleta, a unos 130º y soplan 25kt, dónde planeando puede mantener unas velocidades de 11-13kt constantes. La ceñida, como en todos los Minis, es mala. Ciñe a 55º del viento, por lo que ir con el viento de proa se vuelve lento y pesado.

Con respecto a la propia regata MINI-TRANSAT 2021, ¿Cómo te has organizado a bordo estando solo durante la regata? ¿Qué se siente navegando en solitario en mitad del océano?.

Parece que en un día, que tiene 24h, uno tiene que aburrirse, pero no es así. Me centro en la segunda etapa por ser la más intensa. Pongamos que despertamos por la mañana; después de una revisión general a todo el barco y al rumbo, toca un poco de higiene personal, lavarse los dientes y almorzar. Después llevamos la caña hasta que el sol esta un poco alto, y empieza a hacer demasiado calor. Hay que orientar las placas solares para tener energía para el día siguiente.

Descansamos un rato, hasta las 14h00 que me suele entrar el hambre. Me hago un liofilizado, y es momento de ajustar el rumbo y estar atentos, ya que sobre esa hora empezarán a formarse los temidos “squalls”, chubascos que pueden venir con o sin lluvia pero que si te pillan hacen aumentar mucho el viento por lo que normalmente hay que intentar escapar o simplemente bajar vela y esperar a que pase.

A las 1500UTC dan el parte meteo por la BLU, sintonizamos la frecuencia 17.5MHz y empieza el trabajo de apuntar la sinopsis general, la previsión para cada área, y el ranking. Después llega un rato de planificar la estrategia. Seguramente ya habremos hecho una de las dos o tres trasluchadas diarias, ya que los alisios rolan durante el día y la noche. Finalmente a la tarde, entre squall y squall, salimos de cabina ya que durante el día el calor es abrasador, hasta 37ºC, por lo que, desnudo todo el día, no salimos mas que para controlar que todo funcione correctamente.

Empieza el turno de noche, donde los squalls desaparecen, y donde llevar la caña puede ser un auténtico placer, bajo la luz de las estrellas y planeando de ola en ola. Vamos haciendo pequeñas siestas, y hacia las 05h00UTC de la mañana, toca volver a controlar los nuevos squalls que van apareciendo, que se prolongan hasta el amanecer.

Navegando en solitario, creo que se siente todo lo que se puede sentir. Las principales sensaciones son debidas al estrés de la regata constante. Una importante es el miedo. Casi todos vamos con miedo constante, especialmente a no romper nada. Uno se puede sentir solo y deprimido, pero en otros instantes eufórico y ganador. Después de escuchar el ranking puedes acabar hundido, o como super-man. Hay que aprender a aceptar todo lo que te viene y entender que es parte de la regata.

Navegar en Mini es un vaivén constante, una montaña rusa de sensaciones buenas y malas.

Felip Moll a bordo Allevá. Fotografía: Vicent Olivaud.

¿Cómo se desarrolló la regata?, ¿tuviste algún incidente o avería?.¿Qué fue lo más duro de la MINI-TRANSAT?

Describir en unos párrafos la regata es complicado, necesitaría escribir un libro. Pero en líneas generales hubo 7 puntos que me han marcado. En la primera etapa tuve un ataque de Orcas en el que creía que se me había acabado la regata, estuvieron empujándome el barco, jugando con los timones, y escuche la fibra crujir. Fue una situación de desesperación, en la que afortunadamente pude salir sin daños graves. A continuación vino el primer frente que fue para mi espectacular y que disfruté enormemente, con intensas lluvias y viento, y unas monstruosas e imponentes nubes, dónde Allevà y yo ceñíamos como bestias imparables.

El segundo punto importante fue la parada en Camariñas. La organización nos informó a través del dispositivo de seguimiento y la BLU de que el siguiente frente que venia había empeorado, esperándose rachas de mas de 50 nudos. Toda la flota de series, excepto uno, decidió refugiarse en puerto. Cada uno debía elegir el puerto más cercano, pero al enterarse en momentos distintos, y debido a informaciones confusas recibidas a través de los barcos acompañadores, hubo muchos que no cumplieron esta regla. Gente que estaba detrás, quedó delante, y viceversa. Los tiempos de salir de puerto fueron todos distintos, y lo que antes era una competición justa, para mi se convirtió en un simple “paseo”. La organización no hizo nada al respecto, hubieron protestas y el jurado de la FFVoile a mi criterio lo hizo mal, acabando una primera etapa totalmente injusta.

El tercer punto fue el fallo del piloto automático a la altura del estrecho de Gibraltar, que me retrasó muchas millas y me dejó dos días sin dormir, afortunadamente pude solucionarlo.

A la salida de la segunda etapa, los vientos alisios se habían roto. Había un anticiclón que modificó todo el campo de regatas y tuvimos poco viento e inestable durante gran parte del trayecto. Tuve también problemas de la electrónica del piloto, y otro problema con un timón, dónde perdí muchas horas y millas. Recuperar todas esas millas es casi imposible a no ser que los otros tengan problemas, y encontrarte totalmente solo durante días, sin comunicación alguna, y con un problema que no sabes si podrás solucionar, es lo más duro. Mentalmente hay que saber gestionarlo.

Todas estas anécdotas, no obstante, quedaron eclipsadas por las surfeadas nocturnas bajo las estrellas y la llegada, que a 5 millas, viendo las playas ya de Guadalupe, me dieron una euforia que no había vivido antes. Llegar a tierra y encontrar a los colegas y familia después de tanto, no tiene precio.

Felip, una vez completada esta importante gesta, ¿tienes algún proyecto de navegación oceánica para el futuro?.

Al llegar a tierra tenía claro que nunca más volvería a estar solo en medio del Atlántico. Pero como todo, después de reflexionarlo… ya tengo mi nuevo proyecto de navegación oceánica. Voy a seguir en el mundo mini, ahora en un Prototipo, barco de 6.5m con más mástil, más velas, menos peso y con más elementos para jugar. Quiero aprender más a corto plazo.

A medio plazo me planteo un Class 40, una vuelta al mundo a dos, o proyectos similares, pero para ello necesito encontrar un sponsor ya que estos proyectos, económicamente son otra dimensión.

Creo que tengo claro que lo que busco es aventura, y la navegación oceánica es perfecta para ello.

Desde «Navegantes Oceánicos» damos la enhorabuena a Felip Moll por completar esta durísima gesta de navegación «en solitario», y le agradecemos esta interesante y completa entrevista, de especial interés a aquellos que quieran intentar el reto de navegación oceánica en la MiniTransat.

También deseamos a Felip buenos vientos y mucha suerte en sus futuros proyectos. Estamos en contacto !.

Nuestro agradecimiento también a la organización de la Mini Transat por su autorización para la utilización del material fotográfico de Vicent Olivaud y audiovisual.