Introducción.

En este capítulo del libro online “La aventura de navegar a vela” os vamos a presentar unas ideas básicas a modo de fundamentos de la navegación oceánica a vela, en concreto voy a describir lo que se puede denominar el “triángulo de la seguridad”, y que está formado por: el velero, el equipamiento y la tripulación.

Son tres elementos clave que deben de reunir unas condiciones imprescindibles, sin las cuales no considero seguro realizar navegaciones oceánicas. Es decir, yo puedo tener un barco excelente y muy bien equipado, pero si mi tripulación no está preparada habrá un riesgo innecesario; o, de la misma forma, si el diseño de mi velero no es el adecuado para la navegación oceánica, aunque tenga una tripulación experta o por muy bien que lo equipe, seguirá habiendo un riesgo importante.  

Pero ¿Qué es un velero oceánico? Dentro de los veleros de crucero, generalmente pueden clasificarse en costeros y oceánicos. Curiosamente, si nos paseamos por un puerto deportivo cualquiera, el 90 % de los veleros podrían clasificarse como costeros, y de los oceánicos, muchos de ellos no están bien equipados o posiblemente su tripulación no está suficientemente adiestrada para la navegación oceánica.

Los barcos tienen diferentes categorías según su diseño: A, B, C, etc. Además, en la mayoría de los países, incluido España, se regulan las zonas de navegación, dependiendo de la distancia a la costa o puerto más cercano.

En el caso de navegación a vela, una clasificación interesante es la que podemos encontrar en las “World Sailing Offshore Spetial Regulations”, que clasifican las regatas o travesías a vela en 5 categorías: 0, 1, 2 , 3 y 4; y establecen las características del velero y su equipamiento.

La navegación costera normalmente se considera hasta las 12 millas de costa (dependiendo del país) y la navegación de semi-altura hasta las 60 millas.

Dentro de la navegación oceánica (sin límites respecto a la distancia a costa), considero que se podrían distinguir dos categorías:

– La navegación oceánica en latitudes bajas y medias, principalmente afectadas por los grandes anticiclones, vientos alisios, con vientos y mar moderados, y que además es por donde circula el 90 % del tráfico marítimo. Aunque en estas zonas se pueden encontrar temporales y vientos muy fuertes, es menos frecuente.

– La navegación a vela en las altas latitudes, en donde circulan las grandes borrascas y los vientos son mucho más fuertes, y con mucha frecuencia, y además la temperatura más baja. En el caso del hemisferio Sur, me refiero a los 40 rugientes o los 50 bramantes. Además, las altas latitudes se distinguen porque es más difícil ser rescatado en caso de emergencia o de tener que abandonar el barco.

He tenido la suerte de cruzar el Atlántico en 11 ocasiones, 9 de ellas a vela a bordo del Buque Escuela “Juan Sebastián Elcano”. En uno de esos cruces he tenido la oportunidad de navegar en las altas latitudes por debajo de los 50º Sur, y he podido comprobar que hay mucha diferencia entre los vientos alisios y los de las altas latitudes donde las olas el 40% del tiempo tienen más de 4 metros y en pocas horas el viento puede pasar de 30 a 60 nudos y las olas alcanzar los 6 y 8 metros.

En estas duras condiciones de mal tiempo, es donde el «triángulo de la seguridad» es más importante y es imprescindible tener el barco adecuado, que sea marinero, esté bien equipado y con la tripulación adecuada.

Veamos a continuación los aspectos más significativos de los tres elementos del triángulo de seguridad (velero, equipamiento y tripulación).

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