Maria Intxaustegi Molina. Fotografía: Richard Simko

Arqueóloga subacuática, buzo profesional, historiadora naval, guía de expediciones y navegante oceánica, Maria Intxaustegi acaba de llegar a Ushuaia (Tierra del Fuego – Argentina), tras haber completado su última navegación y expedición Antártica, a bordo del velero Bark Europa. El Bark Europa, de bandera holandesa, es un velero bergantín excepcional, un “Tall ship” de tres palos y 56 metros de eslora, con capacidad para unas 50 personas, que realiza expediciones y navegaciones oceánicas por todo el mundo. También colabora en la medición y registro de datos en el mar.

Maria Intxaustegi ha recibido el Premio Iberoamericano del Mar “Cortes de Cádiz” 2015 por sus trabajos de investigación, y también ha sido galardonada por la Sociedad Geográfica La Exploradora. Hoy en día, es todo un referente como investigadora, arqueóloga y navegante oceánica.

Agradecemos de antemano a Maria que comparta con nosotros sus experiencias, a través de esta apasionante entrevista.

Maria, tu relación con la mar empieza cuando eres muy joven. ¿Cómo son tus comienzos en el mundo de la vela?

Comencé a interesarme por la vela a los 20 años cuando estudiaba la carrera de historia y ya era buzo profesional. No conocía a nadie con velero pero me maravillaban, los veía salir del puerto y yo también quería subirme a uno de ellos y navegar impulsada por el viento pero es un deporte caro y mis recursos iban destinados a los estudios. Ya que no podía aprender de manera práctica, comencé a estudiar por mi cuenta las titulaciones recreativas de vela, eso si podía hacerlo. Conocía bien los barcos a motor pero en cuanto descubrí la vela, y sobre todo los veleros de aparejo cuadrado el amor fue instantáneo y, de hecho, dirigí mis investigaciones académicas al estudio de esos barcos durante la Época Moderna. Posteriormente me hice patrona de altura y comencé a capitanear todo tipo de veleros. Aún hoy lo hago de manera excepcional.

La arqueología, la naturaleza y la navegación son algunas de tus grandes pasiones. ¿Cómo las compaginas?, ¿Con cuál te quedas?

Las tres están íntimamente relacionadas. Nosotros mismos somos naturaleza y vivimos en un planeta azul mal llamado “Tierra”; nuestra historia humana se ha ido desarrollando a la par que los barcos, ese elemento característico de cualquier civilización cercana a la costa que representaba el mayor avance tecnológico en constante evolución. En un barco no solo se transportaban personas, con ellas iban sus ideas revolucionarias y sus conocimientos. Imperios enteros se han creado y destruido con la mar como hilo conductor. Yo estudio esos tres componentes: arqueología, naturaleza y navegación de manera conjunta e interrelacionada. Por eso no podría elegir solo una.

A bordo del Bark Europa, tienes varios cometidos, eres gaviera y guía de expediciones. ¿Qué destacarías de tu trabajo en un entorno natural como la Antártida?

Mi función principal a bordo es la de guiar por la Antártida e islas subantárticas como Georgia del Sur o Las Malvinas a los pasajeros que se embarcan con nosotros en nuestros viajes. Junto con el capitán, elaboramos un itinerario que alteramos 7689 veces en función de la meteorología, extrema y cambiante, para poder mostrar los rincones más espectaculares de un continente absolutamente arrebatador.

Durante la navegación por el océano austral me divido entre dar charlas de fauna salvaje, historia polar, oceanografía, etcétera al pasaje para que conozcan el contexto natural e histórico en el que nos movemos pero no olvidemos que navegamos en un barco de aparejo cuadrado con una cabullería que hay que saber manejar y unas velas que hay que saber plegar en condiciones muy extremas por lo que también llevo las maniobras de vela que requieren de muchas manos y gavieros o “escaladores” que trepen velozmente a las gavias para poder plegar o desplegar con seguridad las velas.

Una vez llegamos a los puntos de interés seleccionados, me los llevo en zodiak a ver cementerios de icebergs de cerca, focas leopardo escondidas entre las placas de hielo y, si las condiciones lo permiten, los desembarco para que paseen conmigo entre las pingüineras, colonias de albatros, glaciares, estaciones balleneras abandonadas…

«Es un trabajo 24/7»

Es un trabajo difícil, extenuante, abrumador, estresante y con gran carga de responsabilidad que una lleva sobre sus espaldas para que todos estén sanos y salvo mientras les muestro las maravillas de aquellos parajes. Pero lo que realmente destacaría es lo maravilloso y absolutamente satisfactorio que resulta llevar semejantes expediciones, con la mejor de las tripulaciones y con nuestra señora de los mares, el Europa, navegando como lo hacían Scott, Amundsen y Shackleton en su momento. No lo cambiaría por nada del mundo.

En 2020 viviste el comienzo de la pandemia del COVID a bordo del Bark Europa, y realizasteis una larguísima travesía de más de 80 días para regresar a Holanda. ¿Cómo fue esta navegación?

Escribí un libro sobre aquella travesía que, si todo va bien, pronto se publicará. Honestamente, entre estar en tierra encerrada en mi casa o haciendo lo que más me gusta que es navegar, en el barco que más me gusta y con una tripulación excepcional durante vaya usted a saber cuanto tiempo… La respuesta es sencilla: La navegación fue maravillosa.

Fue un viaje único en unas circunstancias excepcionales que no se repetirá y que guardo en mis recuerdos con muchísimo cariño. La planificación desde Ushuaia hasta Holanda sin combustible, solo a vela, analizando los vientos predominantes que empleaban los mismos capitanes de la ruta de los Clipper en el siglo XIX… Tomar meridianas con el sextante para comprobar nuestra posición con la carta por si acaso el GPS dejaba de funcionar… Era navegar a la manera que a mí me gusta, tradicionalmente: Guiados por los vientos, el sol y las estrellas.

¿Cuál es el mejor momento que has vivido a bordo de un velero?, ¿Y el peor?, ¿Algún temporal?

Esta es una pregunta recurrente que me hacen a menudo y siempre me hace mucha gracia porque no conozco a ningún buen velerista que reniegue del viento. Cuando explico los partes meteorológicos no hablo de temporal sino de viento, más viento, oleaje, o más oleaje.

Mi temor no es la abundancia de viento sino todo lo contrario, la ausencia de él. En el océano austral, al norte de las Malvinas, estuve una vez inmersa en una baja presión de más de mil millas de amplitud que me hizo vivir en una constante lavadora durante 8 días con vientos de 50 nudos, rachas de 70 y olas de 8 metros. ¡Pero cómo navegamos! Atravesamos los 40 rugientes en un suspiro y ver como el barco, escorado y con velamen mínimo, alcanzaba los 10 nudos y cabalgaba las olas feliz merecía todas las incomodidades.

Pero, por otra parte, he llegado a quedarme atrapada en los Doldrums, las calmas chichas del hemisferio norte en la zona tropical cercana al ecuador durante días, sin movernos y a veces incluso yendo hacia atrás por alguna corriente en contra que nos iba empujando. Eso si es desesperanzador, ese calor de día y de noche que ni tirándote al agua te refresca y cada vez que abres los ojos y subes a cubierta te ves en medio de un charco inmenso sin una sola nube.

Uno de mis mejores momentos y que creo que nunca olvidaré fue fondeando en el estrecho de Magallanes mientras esperábamos al práctico. Eran las 4 am hora local y yo estaba de guardia, nos subimos a las gavias a plegar todo el velamen y prepararlo para la llegada a puerto y, con una luna nueva que dejó paso a un cielo completamente estrellado, una manada de delfines Commerson que habían comido plancton bioluminiscente se pusieron a jugar a nuestro alrededor. De repente nos vimos rodeados de una veintena de delfines fosforitos saltando y jugando.

Pero en realidad no podría seleccionar solo un momento: las risas de complicidad entre la tripulación en la pausa del café, las guardias de hielo arriba a 37 metros en el palo mayor mientras indico el camino a seguir entre icebergs y veo amanecer entre los hielos… ¡Hay tantos, tantos momentos que me hacen sentir agradecida de estar donde estoy!

Maria, a bordo del Bark Europa la tripulación pertenece a muchas nacionalidades, ¿Cómo es la convivencia a bordo?

Es absolutamente increíble. Creo que es realmente lo que nos diferencia de otros barcos, la gran complicidad y respeto que tenemos por nuestra familia. Con los años y liderando varios tipos de proyectos he descubierto que la clave para triunfar siempre es el factor humano, rodearte no solo de buenos profesionales, pero sobre todo de buenas personas que se compenetren bien entre ellas para remar todos juntos en la misma dirección. Y nosotros lo hacemos, vaya que lo hacemos. «No podría estar más orgullosa de todos y cada uno de ellos».

Has navegado como capitana en otros veleros de crucero y realizado charters por el Mediterráneo, ¿Cómo ha sido esta experiencia?

Muy excepcionalmente lo sigo haciendo porque me encanta y conozco muy bien el Mediterráneo. Me gusta navegar, me gusta el trato con el cliente, enseñarle no solo sobre navegación sino sobre la historia de las civilizaciones que anteriormente navegaron esas mismas aguas, algunas calas o lugares que solo conocemos los que llevamos tiempo en el sector…

También hago traslados de barcos para clientes o recomendaciones de antiguos clientes importantes con los que sigo manteniendo el contacto y se fían de mi para trasladar sus embarcaciones o cuidarlas un tiempo determinado.

Ser skipper privada es también un trabajo agotador porque en el estándar que yo trabajaba y el tipo de cliente que tenía, todo debía ser exquisito. Pero disfruto haciendo un buen trabajo, trabajando en equipo para ganar una regata en Porto Cervo o simplemente llevando un catamarán hasta el Caribe.

Un poco de historia naval. Hace 500 años, el marino vasco Juan Sebastián de Elcano completó la primera vuelta al mundo. ¿Qué te inspira este gran navegante?, ¿Qué época de la historia de la navegación te gusta más?

Tengo que admitir que, por muy paisano mío que sea y por excelente navegante que fuese (algo indudable) yo soy del equipo Magallanes. Fue Magallanes quien recopiló durante años cartas y mapas en Portugal, trazando en secreto lo que sería su gran plan. Fue Magallanes quien navegó por mares desconocidos, cuando él murió en Mactán (Filipinas) y Elkano asumió el mando, solo debía seguir una ruta navegable de sobra conocida. Elkano se enfrentó a innumerables peligros y su gesta fue admirable pero fue Magallanes quien elaboró el plan y se enfrentó a los mares desconocidos y al océano austral. Y yo, que conozco muy bien esas latitudes y que he cruzado varias veces el estrecho, no puedo más que admirarme de que lo lograse.

Me gusta toda aquella que tenga que ver con objetos que floten y se impulsen por velas. Además de marino, soy científica e investigo profesionalmente etapas o momentos históricos de la navegación. Me gusta sumergirme de lleno en un tema, darlo todo, publicar mis resultados y luego pasar a otro. Mantiene mi motivación y curiosidad, elementos claves en la investigación, a pleno rendimiento. He pasado 3 años investigando el astillero de La Habana durante el siglo XVIII y su arquitectura naval, luego he pasado a investigar las anclas líticas, he realizado excavaciones en pecios (barcos hundidos) desde el Báltico hasta Estados Unidos… Y ahora estoy más interesada en la huella humana que hemos dejado en el océano austral.

Volvamos a la Arqueología, has escrito el libro: “Anclas líticas en el País Vasco” y recibido, entre otros, el Premio del Mar 2015 por tus trabajos de investigación. ¿En qué consisten estos descubrimientos?

La editorial de la universidad de Oxford BAR Publishing elogió el catálogo e investigación desarrollada sobre las anclas líticas y me publicó el manuscrito entero. Académicamente hablando solo eso ya es un gran logro. En este libro analizo y catalogo 112 anclas líticas, es decir, de piedra, encontradas en el lecho marino de la provincia de Guipúzcoa. Hay que tener en cuenta que el ancla lítica se considera un elemento náutico mayoritariamente mediterráneo y que en un territorio tan pequeño se haya encontrado tal cantidad de ellas, algunas incluso con inscripciones, indica que quizás esa transmisión tecnológica haya sido una evolución lógica lograda por distintas culturas. Este libro es un primer pasito pequeño para avanzar en su estudio.

Me otorgaron el premio iberoamericano Cortes de Cádiz por mi tesina de máster sobre el astillero de La Habana donde analizaba su evolución espacial, su transformación en arsenal real y como los navíos construidos ahí, más allá de la excepcional calidad de las maderas tropicales, estaban construidos a la manera “colonial” sin seguir las indicaciones de los ingenieros de la metrópoli. Fue una investigación preciosa y muy interesante.

Maria, para finalizar, y mirando al futuro, ¿qué proyectos o navegaciones tienes por la proa?

Tengo un año intensito pero muy ilusionante. En abril comienzo a trabajar con National Geographic Expeditions y me embarcaré con ellos en calidad de historiadora y especialista subacuática en diversas expediciones por el norte del Europa y el Báltico. En verano trabajaré para la University of West Florida en un proyecto arqueológico sobre la flota hundida de Tristán de Luna. Me veréis con el Bark Europa por Cádiz en septiembre en las Tall Ship Races y ya por otoño tengo un par de investigaciones y expediciones en mente pero que todavía no están cerradas.

«Solo tengo una vida y quiero aprovecharla al máximo».

Desde «Navegantes Oceánicos» agradecemos a Maria Intxaustegi su colaboración y que haya compartido con todos nosotros sus apasionantes experiencias, trabajos,  exploraciones y navegaciones en el Bark Europa.

Le damos nuestra sincera enhorabuena por sus éxitos obtenidos y le deseamos mucha suerte en sus próximos proyectos.

Los autores de las fotografías de este artículo son Maria Intxaustegi y Richard Simko.