8.1. ACCIDENTES PERSONALES.

Heridas: 

Una herida es un traumatismo abierto con hemorragia y riesgo de infección, que se puede producir por muy diversas causas tales como cortes, pinchazos o roces con elementos punzantes, cuchillos, etc. Para tratarlas hay que limpiar la zona, sacar cualquier cuerpo extraño de la herida y aplicar un desinfectante; y si la herida es grande habrá que coserla y vendarla. 

Realizar maniobras a bordo de un barco siempre implica un riesgo de accidentes personales, por lo que es recomendable utilizar la ropa, el calzado y la protección adecuada (guantes, etc.). También es muy importante moverse a bordo con cuidado, especialmente cuando hay mala mar.

Contusiones:

Una contusión es un traumatismo cerrado, que se produce cuando una parte del cuerpo choca violentamente contra un objeto de cierta consistencia, sin que la piel sufra una lesión aparente. Se suele producir la rotura vascular en los alrededores de la zona del golpe, con un derrame interior que al coagularse forma el hematoma o contusión.

El tratamiento de una contusión suele ser más fácil, y normalmente es suficiente aplicar compresas de agua fría y mantener la zona en reposo. Si el derrame fuera de cierta importancia puede ser necesario punzar con una aguja desinfectada.

Hemorragias:

Una hemorragia se produce por la rotura de venas, arterias o vasos sanguíneos, y como consecuencia la sangre sale fuera de dichos conductos. Las hemorragias pueden ser internas cuando vierten la sangre hacia el interior, y externas cuando lo hacen hacia el exterior a través de una herida, boca o fosas nasales.

Las hemorragias internas son más difíciles de detectar, y deben ser tratadas por un especialista, por lo que normalmente hay que evacuar al tripulante a tierra lo antes posible para que sea tratado en un hospital.

En una hemorragia externa, lo primero que hay que hacer es determinar si el daño se ha producido en una vena o en una arteria, ya que entonces clasificaremos la hemorragia como arterial o venosa.

Hemorragia arterial: Si la sangre que sale de la hemorragia lo hace a emboladas, coincidiendo con el bombeo del corazón, y es de color rojo vivo, entonces estamos ante una hemorragia arterial. En este caso hay que actuar rápidamente aplicando presión, aunque sea con los dedos entre el punto sangrante y el corazón o mediante una compresa, pero con la suficiente presión para contrarrestar la fuerza de la embolada del corazón.

Si esto no surte efecto, y si la hemorragia se encuentra en brazos o piernas, se recomienda colocar un torniquete, el cual se sitúa más cerca del corazón que el punto sangrante con un material lo suficientemente ancho para no cortar la piel (una goma, venda, cinturón, un trozo de cabo, etc.). Al colocar el torniquete, los tejidos dejan de recibir aporte de sangre y se produce mucho dolor, por lo que es recomendable aplicar frío para tratar de anestesiar el miembro afectado. El torniquete no debe estar colocado más de tres horas y conviene aflojarlo cada 15 o 20 minutos.

– Hemorragia venosa: Si la sangre es de color rojo oscuro, y sale de manera continua pero sin emboladas, entonces la hemorragia es de tipo venosa. En este caso, para tratarla normalmente es suficiente con un apósito estéril y un vendaje discretamente compresivo. En este caso, si la hemorragia no es muy fuerte, en muchas ocasiones con los propios mecanismos de la coagulación de la sangre se para la hemorragia.

Si se produce una hemorragia nasal (epistaxis), lo que hay que hacer es intentar que se suene fuerte la nariz y luego aplicar presión entre los dedos cogiendo fuerte la nariz con un pellizco manteniendo la presión unos minutos. Si esto no surte el efecto, intentar taponar la nariz con un venda estrecha empujándola hacia dentro con algo duro (bolígrafo o similar) pero intentando no rozar las paredes de la nariz.

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