Ingrid Banus Pascual es catalana y psicóloga de profesión. Empezó a navegar de pequeña en Port d’Aro compitiendo en Optimist, 420 y 470. Después, retomó su pasión por la vela navegando por el Mediterráneo y compitiendo en regatas inshore capitaneando el Fanytas (un Dufour 34).

La navegación oceánica (offshore) se convirtió rápidamente en la favorita de Ingrid, motivo por el cual decidió enrolarse en la aventura de dar la vuelta al mundo Ocean Globe Race 23/24, a bordo del velero «White Shadow»; que es es un  Swan 57 diseño de Sparkman & Stephens de 1978.

La Ocean Globe Race (OGR) 2023/24 es una regata que rememora y celebra el 50 aniversario de la primera regata Whitbread 1973, de vuelta al mundo a vela, con tripulación completa y con escalas. Participan veleros de la misma época que los que lo hicieron hace ya 50 años, siguiendo la misma ruta, con el mismo espíritu, y con similar equipamiento y tecnología.

La primera etapa (LEG 1) de la OGR comenzó en Southampton (U.K.) el 10 de septiembre de 2023 y finalizó en Ciudad del cabo (Sudáfrica). En la segunda etapa (LEG 2), atravesaron el océano Índico hasta Auckland (Nueva Zelanda). En la tercera etapa (LEG 3) llegaron a Punta del Este (Uruguay) después de cruzar el mítico Cabo de Hornos. Actualmente, el «White Shadow se encuentra navegando, de nuevo en el Atlántico, en la última etapa (LEG 4) de la OGR. 

Cuando no navega, Ingrid trabaja como psicóloga, lo cual es un activo clave para la tripulación del «White Shadow». Su lema es cuidar de cada uno, incluido el barco, ya que cuando cada uno se siente bien, el resto va bien.

Agradecemos a Ingrid que comparta con nuestros lectores su experiencia en las tres primeras etapas de esta gran aventura de vuelta al mundo a vela.

Entrevista a Ingrid Banus, tripulante del «White Shadow»

¿Cómo ha sido tu experiencia a bordo del “White Shadow” en la tres primeras etapas de la vuelta al mundo OGR 23/24?

Al final estoy dando toda la vuelta al mundo entera, es decir, soy «rounder». Digo al final porque al principio, cuando conocí el proyecto, tenía que hacer solo la cuarta etapa. Y bueno, por diferentes situaciones, desde los últimos meses ya tuve la oportunidad de saber que daba toda la vuelta.

Es increíble esta experiencia, es una experiencia de vida realmente muy, muy enriquecedora a todos los niveles.

En la etapa 2 habéis atravesado el océano Índico y cruzado el cabo Leewin. ¿Cómo ha sido esta experiencia?

En la segunda etapa, en el Índico, para mí fue mucho más sorprendente que la etapa 3, porque era la primera vez que ibas bajando, que ibas descubriendo el Gran Sur. Me alucinaba mucho, mucho, los colores, la cantidad de aves, el cómo rompen las olas en el barco.

Y sí que realmente a nivel de meteo para mí fue más difícil, no sé si diría más dura, porque las condiciones no eran más duras, pero realmente el mar del Índico es un mar muy desordenado y eso hace que aunque las olas sean igual o quizás más grandes, no sabría decir dónde fueron más grandes, son mucho más difíciles de navegar.

Pero bueno, fue una etapa muy larga porque fueron unos 47-48 días de mar, donde pensábamos que no lo sería tanto, pero fue increíble.

Para mí fue un contacto con la naturaleza espectacular de colores, de cambios de nubes, … Tuvimos de todo, la inmensidad y la cantidad de aves que había ahí en el Índico y yo no me lo esperaba.

Pudimos ver una aurora austral, entonces fue mucha, mucha naturaleza, aunque también fue dura por el tema de la duración de la etapa.

 

¿Qué destacarías de la vida a bordo durante una larga travesía en un velero? ¿Cómo es la rutina diaria?

En una navegación tan larga como esta y tan rutinaria, lo que destacaría es la necesidad de tolerancia que se precisa para poder hacerlo.

Porque somos 12 personas en un espacio muy, muy pequeñito, como es el barco, el «White Shadow», y no tienes escapatoria. Entonces, es todo muy rutinario.

Cuando además estás en esta navegación en la que no estás cerca de costa, cada día es absolutamente exacto, exactamente lo mismo y necesitas mucha tolerancia contigo y con los demás. Pero bueno, al final son esas pequeñas cosas las que acaban haciendo que haya situaciones de convivencia que siempre están y que siempre van a haber. Pero se pasa, se pasa.

Y realmente los vínculos que haces ahí son espectaculares, porque estas situaciones sacan lo mejor y lo peor de cada uno. Entonces, a partir de ahí, creo que se genera un ambiente muy bonito.

En esta regata se navega de forma tradicional, ¿Qué diferencias has notado respecto a navegar en un barco más moderno?

En la navegación tradicional, las diferencias principales que se notan y que puedo hablar yo, aparte de la manera de navegar del barco, porque tiene una forma de navegar muy, muy distinta, es la duración de las maniobras; o sea, es espectacular como en un barco como este la maniobra que quizás hemos hecho más rápida sea de 20 o 25 minutos.

Es súper difícil hacer la maniobra, es todo muy largo, muy pesado, entonces te tienes que pensar muy bien lo que vas a hacer.

Y luego el hecho de estar absolutamente desconectado de todo, pero eso es genial. Tú estás ahí, no hay GPS, no hay comunicación con tierra, no hay internet, no hay nada. Para mí eso no se me ha hecho duro, ha sido algo muy gratificante.

Sí que hay momentos que echas de menos a tu gente, tienes ganas de tener contacto con ellos, pero el hecho de estar ahí desconectado de todo es una sensación muy, muy guay.

Respecto a la navegación con los fuertes vientos en las altas latitudes, ¿Ha sido duro? ¿Cómo se ha comportado el barco?

La navegación con vientos fuertes en latitudes bajas, para mí, ha sido de lo mejor que hemos tenido.

Realmente yo tampoco diría que es lo que vamos a buscar, pero cuando te embarcas en una aventura así, estas situaciones yo creo que te gustan aunque no quieras ir a buscarlas porque siempre hay un riesgo. Hay un peligro, pero yo por ejemplo en esta etapa 3 cuando mejor me he sentido en el barco, era cuando había estas condiciones más extremas y más duras.

El barco se ha portado súper bien, es un barco que es muy, muy, muy noble, y si tú le escuchas él te va pidiendo lo que necesita y, como siempre, un barco si le das lo que necesita él te cuida, si tú le cuidas él te cuidará a ti. Entonces yo creo que ha respondido muy bien y aunque nosotros hayamos cometido errores pues nos los ha perdonado bastante. Pero siempre digo que el «Whiteshadow» es un barco muy noble, simplemente hay que escucharle y darle lo que te pide.

Al final vas haciendo rizos, vas quitando vela, no pierdes velocidad cuando haces rizos y ganas una cantidad de estabilidad y control del barco, y puedes navegar con 40 nudos estables como si fueran los 20 de antes. Es algo que he escuchado y visto desde fuera, sorprende mucho, pero realmente cuando lo hemos vivido nosotros también nos hemos sorprendido de que estamos navegando así de tranquilos con esta cantidad de viento y estas olas, que son como cuatro veces mi tamaño. Y así ha sido.

En la etapa 3 habéis atravesado el océano Pacífico y cruzado el mítico cabo de Hornos. ¿Cómo ha sido este momento?, ¿lo habéis celebrado?

El Pacífico, Cabo de Hornos, fue un momento donde el océano nos enseñó todas sus garras y lo que es capaz de hacer, lo cual a mí me gustó mucho, pero me gustó mucho que lo hiciera un rato relativamente corto de tiempo y ya al final del Pacífico Sur, porque eso de manera sostenida tiene que ser súper difícil de gestionar.

Pero bueno, lo pasamos con 60 y pico, 70 nudos de viento, con el mínimo trapo que podíamos llevar y lo pasamos bastante bien.

Lo celebramos como siempre. Nosotros lo de celebrar en el barco es algo que lo llevamos muy bien y cada domingo hacemos un pequeño brindis para celebrar que estamos ahí, que seguimos para adelante.

Hicimos carteles, fotos, sacamos la botellita de ron, fue muy bonito porque pudimos hablar con el farero y, entonces, como pasamos muy cerca, le pedimos que nos mandara fotos, mandó fotos a gente de tierra. El poder hablar con él, intercambiar ese rato, fue realmente lindo.

 Antes de llegar a Punta del Este sufristeis una avería en el estay de proa, ¿Cómo conseguisteis seguir navegando?

Unos tres días antes de llegar rompimos el estay, de hecho estaba yo con otra persona, de guardia, y rompimos el estay en plena madrugada. La verdad es que ese momento fue muy crítico, pero para mí tampoco ha sido el más duro de toda la competición, porque sorprendentemente reaccionamos muy bien, quiero decir, nos pusimos a actuar en el momento de crisis, no hubo pánico, no hubo alteraciones, sino que fuimos haciendo todo de la manera más serena posible y claro el objetivo era que no caiga el palo…. que no caiga el palo.

Entonces en el momento en que tú ya puedes montar un aparejo de fortuna y el palo sigue pinchado en el barco, eso es lo más importante.

La suerte que tuvimos es que cuando se rompió el estay no había nadie trabajando en proa, porque igual que al romper hizo como un látigo y nos rajó las dos velas, pues imagínate lo que puede llegar a pasar si hay una persona en el camino del estay en ese momento. Entonces, aunque lo hayamos roto y hayamos perdido tiempo, yo creo que tuvimos muchísima suerte de que no hubiera nadie ahí, de cómo actuamos durante la maniobra y de que nos pasara cuando estábamos aquí arriba y no por esos mares del sur.

Bueno, al final hemos montado toda una logística y ha llegado otro estay desde Barcelona, que ha sido como muy peliculero todo, pero el estay está aquí, está montado y falta hacer la prueba de mar, que la haremos en breve y listos para la cuatro (LEG 4).

En ningún momento pensé en que se terminaría la regata, yo solo lo único que pensaba es que se quede pinchado, que se quede pinchado y una vez está pinchado, vale, pues ahora llegamos a tierra y todos enteritos y el barco lo más entero que pueda también.

Para finalizar, ¿Repetirías esta aventura de navegación oceánica?

Si repetiría la navegación oceánica, sin duda sí, no sé si de esta manera, hablar ahora es muy pronto todavía, hay que llegar a tierra, situarse, digerir un montón de cosas que se asienten pero sí, sí, sin duda sí, a mí esto de estar tanto tiempo sin ver tierra, es algo que me gusta mucho.

Sin ninguna duda yo la repetiría.

Muchísimas gracias, un saludo.

Desde «Navegantes Oceánicos» agradecemos a Ingrid Banus su apoyo con esta entrevista, y le deseamos junto a toda la tripulación, buenos vientos, buena mar y mucha suerte en la cuarta y última de la vuelta al mundo a vela.