Guillermo Cañardo es médico de urgencias, y trabaja para el Sistema de Emergencias Médicas. Ha sido jefe de operaciones de rescate en el Mediterráneo durante tres años con la ONG «Open Arms».  Guillermo ha cruzado el Atlántico en solitario en dos ocasiones en un velero de 6,5 m con la regata Mini-Transat. También imparte el curso de Seguridad y Supervivencia en el Mar de «World Offshore Sailing».

Guillermo Cañardo es uno de los tripulantes del velero «White Shadow» (Swan 57 de 1978) en la vuelta al mundo Ocean Globe Race (OGR) 2023/24. Guillermo es «rounder», es decir, participa en todas las etapas , y su función a principal a bordo es la de médico y también es jefe de guardia. Durante la maniobra está normalmente en el palo, y, además, es buceador; un poco de todo. Las cualidades de Guillermo, deportista y médico, son sumamente necesarias a bordo para esta gran aventura.

La Ocean Globe Race (OGR) 2023/24 es una regata que rememora y celebra el 50 aniversario de la primera regata Whitbread 1973, de vuelta al mundo a vela, con tripulación completa y con escalas. Participan veleros de la misma época que los que lo hicieron hace ya 50 años, siguiendo la misma ruta, con el mismo espíritu, y con similar equipamiento y tecnología.

La primera etapa (LEG 1) de la OGR comenzó en Southampton (U.K.) el 10 de septiembre de 2023 y finalizó en Ciudad del cabo (Sudáfrica). En la segunda etapa (LEG 2), atravesaron el océano Índico hasta Auckland (Nueva Zelanda). En la tercera etapa (LEG 3) llegaron a Punta del Este (Uruguay) después de cruzar el Cabo de Hornos. En este momento, el «White Shadow navega de nuevo en el Atlántico, en la última etapa (LEG 4) de la OGR. 

Agradecemos a Guillermo que comparta con nuestros lectores su experiencia en esta aventura oceánica de vuelta al mundo a vela.

Entrevista a Guillermo Cañardo, médico y tripulante del «White Shadow»

¿Cómo ha sido tu experiencia a bordo del “White Shadow” en la tres primeras etapas de la vuelta al mundo OGR 23/24?

La experiencia ha sido muy buena, tenía experiencia de navegación en Atlántico, había cruzado el Atlántico tres veces, dos en solitario y la navegación mediterránea, pero una navegación tan larga de tantos días y de tantas millas no la había hecho nunca, es mi primera vuelta al mundo.

No soy profesional, soy médico de profesión y aficionado a la navegación, a vela, pero la experiencia ha sido muy positiva, tanto de convivencia, que era una cosa nueva para mí, ya que no había vivido nunca con tanta gente en un barco, y ha sido positivo, y también el hecho de trabajar en equipo.

 Llegar hasta aquí ha sido una experiencia muy plena y enriquecedora.

En la etapa 2 habéis atravesado el océano Índico y cruzado el cabo Leewin. ¿Cómo ha sido esta experiencia?

La etapa 2 era la primera etapa del sur, pasamos por la zona del 40, cruzamos el Cabo de Buena Esperanza o el Cabo Agullas. Ahí la experiencia fue de olas grandes, es una zona de corrientes encontradas, y de viento encontrado con la corriente, en donde se forman olas muy grandes, y de hecho embarcamos un par de olas fuertes.

La zona del Índico la cogimos con mal tiempo, con condiciones duras, pero nos acostumbramos y lo vimos bien. Tuvimos un problema de meteorología ahí, no teníamos información y atravesamos una zona de altas presiones que podíamos haber rodeado y perdimos muchas millas.

Pero bueno, seguimos adelante, no tuvimos grandes problemas y el Cabo Lewin, al sur de Australia fue un momento muy emocionante, ya que dejas de estar en medio del océano y estás ya cerca de tierra, de Australia.

Luego pasamos el Mar de Tasmania hasta Nueva Zelanda, con mucha ilusión de llegar a tierra después de 47 días navegando y de poder ver a la familia y amigos, y disfrutar de unas semanas de descanso en Nueva Zelanda, que fue una maravilla.

¿Qué destacarías de la vida a bordo durante una larga travesía en un velero? ¿Cómo es la rutina diaria?

Bueno, el velero en regata tiene que estar siempre en marcha, entonces las rutinas son guardias, ¿no? El barco tiene que estar siempre a tope, trimado, y tiene que haber siempre alguien en el timón, ya que no llevamos piloto automático, por lo cual siempre se divide en eso, o estás de guardia o estás descansando.

Las guardias son de 6 horas de día y 4 horas de noche. Cuando estás de guardia tienes que estar por el barco y navegarlo, y cuando estás fuera de guardia descansas, o bien haces tareas de cocina, de limpieza, y la rutina es esa.

Mucha convivencia, muy intensa, es un barco pequeño, pero muy positivo. Y nos hemos cuidado todos mucho los unos a los otros, destacaría eso, la buena convivencia.

Hemos comido muy bien, he leído mucho, estamos desconectados, no tenemos electrónica, no llevamos internet ni teléfonos, con lo cual una vuelta a la vida tranquila, el cerebro, la mente y los pensamientos, y el hecho de poder reencontrarse con los libros, y hablar, hablar mucho también con la gente. No estamos viéndonos desde una pantalla, sino que nos miramos a los ojos y hablamos los unos a los otros, lo cual es una gran mejora también en la vida.

En esta regata se navega de forma tradicional, ¿Qué diferencias has notado respecto a navegar en un barco más moderno?

Voy a ver si consigo hacer una selección de las diferencias que he notado respecto a navegar en un barco más moderno.

La principal diferencia es la forma del barco. Es un barco de popa estrecha, entonces ciñe muy bien. Es importante, se bambolea muchísimo, es muy inestable. Bajando olas es muy inestable también. Olas de popa tienen tendencia a orzar o a arribar. Entonces hay que estar muy pendiente al timón. Es un barco que no planea, surfea las olas, pero no lo llega a planear. La diferencia principal que he encontrado es esta, respecto a los barcos que navego normalmente, que son de popa ancha, tipo mini-transat.

Otra diferencia es que todas las velas son engarruchadas, no hay nada enrollado. Es un barco muy físico, con velas muy grandes y todo manual. En ese sentido es un barco duro.

La manera tradicional de navegar también implica que navegamos sin electrónica, sin GPS. Navegamos con sextante, y tenemos que llevar un control estricto de la navegación. Cada hora se recogen las millas navegadas y el rumbo. Se hace una navegación por estima y cuando sale el sol o hay estrellas, el navegante y el resto de la tripulación que saben, toman alturas de sextante y nos situamos en la carta por navegación astronómica, lo cual es una maravilla. Muy bonito cuando estás lejos de tierra, pero cuando estás cerca de tierra es bastante más estresante, ya que necesitas tomar decisiones rápidas o tienes que dejar más distancia de seguridad a las cosas. Básicamente esa es la diferencia respecto a la navegación moderna.

Para la actualización de la meteo teníamos un WeatherFax o bien la recibíamos por BLU por radio de onda larga. Entonces la meteo nos llegaba de una manera muy precaria, lo cual es una cosa fundamental para decidir por dónde navegar. No tenemos routing de navegación, con lo cual hemos navegado con barómetro prácticamente, y eso es también una grandísima diferencia. Hoy en día todos los barcos de regata van con ordenador y cada vez que actualizan los archivos de meteo hacen un routing y deciden por dónde van. Y nosotros eso no lo disponíamos.

Luego es un barco más lento respecto a los modernos y no tienes mucha opción de esquivar o decidir por dónde te metes. Nuestra velocidad media son ocho o nueve nudos, y no vamos a quince o a veinte como los barcos modernos. Y bueno, esas son las grandes diferencias.

Pero también tenemos grandes ventajas ya que cocinamos la comida, hacemos pan, no vamos con los frizados más que en situaciones de muy mal tiempo. Y bueno, eso es una cosa buena, una mejora respecto a los barcos de regata modernos.

Respecto a la navegación con los fuertes vientos en las altas latitudes, ¿Ha sido duro? ¿Cómo se ha comportado el barco?

Hemos llegado a navegar con 50 nudos establecidos o con rachas de 70 prácticamente.

Y bueno, pues esas condiciones son impresionantes, pero al final reduces vela y aprietas los dientes y bajas olas y nada, ya volverá el buen tiempo, y la verdad es que lo hemos llevado bien, te acostumbras a todo, al mal tiempo y al frío.

También el frío es algo duro, mucha ropa, yo me ponía 7 capas de ropa para hacer la cubierta. Hemos tenido la opción de llevar ropa moderna y eso se ha notado. También tenemos una calefacción de gasoil y podíamos secar la ropa mojada pero bueno, es un barco muy expuesto a las olas, embarcábamos muchas, nos salpicaba mucho y eso también ha sido duro.

El barco se ha comportado fantástico, aunque hemos roto cosas la única gran avería que hemos tenido es la rotura de un estay subiendo el Atlántico Sur después de pasar Cabo de Hornos, menos mal y nada, lo pudimos solventar, no perdimos el palo. Rompimos dos velas también y pudimos arreglarlo.

En la etapa 3 habéis atravesado el océano Pacífico y cruzado el mítico cabo de Hornos. ¿Cómo ha sido este momento?, ¿lo habéis celebrado?

Pues sí, ha sido un momento muy intenso, de emociones encontradas, por las condiciones en que pasamos Cabo de Hornos, condiciones muy duras. Además, durante la aproximación las olas no nos permitieron caer y tardamos demasiado en trasluchar y pasamos muy cerca de tierra. La verdad es que fue bonito ver tierra tan cerca, un poco arriesgado, pero vimos muy bien Cabo de Hornos, tenemos fotos incluso desde el faro que nos hizo el guarda del faro.

Y fue un momento de mucha emoción, mítico, es como una culminación para cualquier navegante y lo celebramos a bordo como se merece. Pasamos con tres rizos y tormentín, porque las rachas eran de 68 nudos cuando pasamos y las olas, pues no sé decírtelo, pero eran muy grandes, de 7 metros, 6 metros y un poco rompedoras. Entonces, mucha emoción, mucha emoción de pasar.

Yo personalmente no me puse pendiente, pero me pegué una ducha de cubazos de agua fría, me dio por ahí y fue como un bautizo de mar, y a pesar del frío lo disfruté un montón.

 Antes de llegar a Punta del Este sufristeis una avería en el estay de proa, ¿Cómo conseguisteis seguir navegando?

El arreglo del estay. Se vio que había reventado el espárrago inferior del Stai, y había rasgado la vela de proa que teníamos, el Yankee, y también la vela Mayor. Lo único que quedaba entero era la trinqueta.

Y nada, enseguida, cuando se vio que era el estay, nos pusimos de popa, porque estábamos navegando de ceñida en aquel momento. Nos pusimos de popa, y pusimos dos drizas de spy a sustituir al estay. Una vez asegurado, hubo que subir al palo a liberar al estay, que estaba enrollado en la burda de estribor con el balumero del Yankee, que estaba destrozado. Nada, hubo que cortar todo un poquillo y recuperar el estay. Se le puso un sistema provisional en la base y seguimos navegando un poco en precario.

A partir de entonces, sin Mayor, llevábamos un cuarto rizo, por encima del cuarto rizo estaba íntegro y por debajo estaba rasgado. Y nada, navegamos con el cuarto rizo y con velas de proa donde no podíamos meterle mucha potencia por el hecho de que era un estay provisional, no era seguro. Y nos ralentizó bastante, nos pasaron barcos, y perdimos yo calculo que unos tres días respecto a la fecha de llegada a Punta del Este.

Eso es un poco frustrante, pero bueno, es lo que hay. Lo importante era llegar, llegamos con un barco entero, con el palo entero, con el palo en su sitio, y ya han quedado solucionados todos los problemas para poder seguir navegando. Esto es una regata de resistencia, de larga distancia, y lo importante es llegar enteros. Y lo hemos conseguido, y acabar, llegar y conseguir acabar la Vuelta al Mundo. Aquí estamos y continuamos adelante.

Guillermo, para finalizar, ¿Repetirías esta aventura de navegación oceánica?

Ahora mismo sí, ¿Por qué no?. Yo estoy a gusto navegando, me encuentro bien en el barco y no lo descarto. 

La verdad es que también tengo ganas de llegar, llevo mucho tiempo fuera de casa, sin trabajar, sin ver a los míos, pero bueno, ya sabía en lo que me metía. Ahora hay que llegar, y una vez que llegue digerir todas las emociones, y no sé que me traerá el futuro.

Dicen que lo mejor de dar la vuelta al mundo es que no tienes que repetirla, eso me dijeron, igual ya me quedo tranquilo con esto, pero igual no, no lo sé, a ver que trae la vida.

Ahora mismo repetir, si que podría repetirlo, no tendría problema.

Un abrazo.

Desde «Navegantes Oceánicos» agradecemos a Guillermo Cañardo su apoyo con esta entrevista, y le deseamos junto a toda la tripulación, buenos vientos, buena mar y mucha suerte en la cuarta y última de la vuelta al mundo a vela.