“En la primera cita le dije que terminaba la universidad y me iba a dar la vuelta al mundo en un velero”

“En la primera cita, apenas nos conocimos, le dije que me faltaba un año para recibirme y que cuando terminara la carrera me iba a dar la vuelta al mundo en un velero”. Las cosas claras desde el principio: Agustina Moscaliuk y Thomas Stieglitz nacieron en Argentina en localidades muy cercanas, a la vera de un río sin orillas, pero se conocieron recién en 2019 cuando cruzaron sus caminos, una noche, en un bar que casi, casi selló el pacto de esta forma de vida.

El amor, los azares y el agua, sin embargo, los llevó un poco más lejos del Río de la Plata: hoy navegan unas cuantas millas más al norte, en los Estados Unidos, con su velero Bohemia, de aparejo Sloop, construido en 1984 por Catalina Yachts en Woodhills, California, con el diseño de Frank Butler, concebido como un “Coastal Cruiser” y diseñado –principalmente— para la navegación costera y el cruce oceánico.

Entre la siesta y los balbuceos de Tahi, su primer hijo –un pequeño de ojos azul intenso, de poco más de dos meses—, Kite (su perro), conversaron sobre sus proyectos y planes, ahora, en una flamante familia de tres. “En este momento estamos anclados en Beaufort, Carolina del Norte. Salimos hace una semana de Miami, con dos travesías de 350 millas con escala en Fernandina Beach, Florida. Estamos yendo hasta Newport, al norte de Nueva York, para trabajar un par de meses en esa región. Serán, en total, unas 1200 millas”, arranca Thomas sobre este primer periplo después del nacimiento del bebé.

¿Cómo se relacionaron con el agua desde la infancia? ¿Y cuáles fueron sus comienzos en la navegación?

—(Thomas) Yo nací en San Isidro y Agus creció entre San Fernando y Benavídez (son tres localidades al norte de la Ciudad de Buenos Aires). De chico frecuentaba una isla en el Delta (de Tigre), que tenían mis abuelos en el río Carapachay y me empecé a relacionar con el agua. Cuando fui creciendo seguí con Kitesurf, empecé a volar como piloto en aviación y, de a poco, llegué también a la náutica. Me compré un H20, que fue mi primer barco (un velero pequeño que se diseñó para navegar por el Río de la Plata). A los pocos meses la conocí a Agus y empezamos a navegar juntos. 

—(Agustina) Yo crecí en San Fernando, después me mudé a Benavídez, en medio de una familia relacionada con la náutica pero que nunca tuvimos barco. Cuando lo conocí a Thomas me contó del H20 y que quería navegar por el mundo. Uno de mis primeros regalos fue una bitácora de viaje. Yo ya había viajado como mochilera y mi idea era continuarlo pero nunca se me había ocurrido hacerlo desde un barco. Cuando arranqué a navegar con él quedé enamorada de esa vida, de los momentos que compartimos, todo era nuevo para los dos: el primer cruce a Uruguay, conocer Colonia, después un verano que pasamos casi dos meses a bordo y recorrimos Riachuelo, Carmelo o Conchillas (sobre la costa de Uruguay). De una manera inconsciente, con el anafe y la bolsa de dormir, creo que decidimos esa vida juntos.

 ¿Qué pasó cuando volvieron a Buenos Aires?

—(Agustina) Thomas estaba terminando la carrera de Arquitectura en la Universidad de Buenos Aires y yo continuaba en Bellas Artes.

—(Thomas) Cuando nos graduamos, me contrataron en Estados Unidos para ir a trabajar unos meses, aproveché y compré un barco, que fue un Catalina 36, con el que navegamos desde Florida hasta Australia. Ese barco lo tuvimos más de dos años: también cruzamos el Pacífico y nos llevó de ser navegantes del Río de la Plata a animarnos a otras travesías en otras latitudes y mares. 

¡Pasaron entonces de un H20 a un 36 pies sin escalas!

—(Agustina) En Estados Unidos este es un barco económico, cómodo, normal, no es un barcazo. Para nosotros estuvo bueno porque fue un salto para vivir, entrábamos parados, teníamos nuestro cuarto, la cocina, era un mini departamento. Nos gustaba la idea de convivir pero también estar cómodos. No íbamos a elegir un velero donde tuviéramos que estar agachados todo el tiempo.

—(Thomas) Con ese barco nos mudamos a Estados Unidos, empezamos a vivir a bordo, trabajamos de distintas cosas y cuando pudimos (después de la pandemia en 2021) nos fuimos al Caribe donde hicimos los cayos de Florida, la ruta de Bahamas, República Dominicana, Puerto Rico. Hicimos temporada en Puerto Rico, para protegernos de la temporada de huracanes, preparamos el barco y llegamos a Panamá, donde estuvimos un par de meses para hacer el cruce del Pacífico. 

¿Cómo fue ese cambio en las navegaciones?

—(Agustina) En esa época teníamos el deseo de ser padres: uno de los motores principales era que antes de quedar embarazada debíamos cruzar el Pacífico. Nos pusimos en marcha, hicimos todo lo necesario para poner el barco en condiciones y, finalmente, con ese mismo velero llegamos hasta Australia. También aprendimos mucho sobre la marcha. 

¿Cómo llegaron a este nuevo velero?

—(Agustina) El primer barco lo vendimos en Australia. Después del cruce quedé un poco agotada y quería parar, él tenía que hacer algunas cosas en aviación que le habían quedado pendientes.

—(Thomas) Sí, yo trabajaba como barman, instructor de kitesurf, quería hacer algo más de lo propio. Un conocido nos ofreció un trabajo y tuvimos la posibilidad de vender el barco en Australia (porque es un mercado muy fuerte) y volvimos a vivir en un departamento, trabajé en una empresa de aviación por unos meses…

—(Agustina) Fue un momento claustrofóbico (risas). Creo que nos dimos cuenta que queríamos vivir en un barco y navegar. Justo viajamos a Buenos Aires, mi papá se había comprado un velero y cuando nos subimos a navegar después de varios meses, mi mamá nos vio las caras que estábamos de nuevo en el agua y nos dijo: “Están sonriendo, llenos de vida, se los ve felices”. Eso nos determinó a comprar otro barco y nos pusimos en campaña para conseguir un Bavaria 46 que tiene varios camarotes para invitar a los amigos, la familia, pero para –básicamente— vivir en viaje.

¿Qué precauciones toman en las navegaciones oceánicas?

—(Thomas) Creo que cuando salís a recorrer el mundo todo lo dictamina el clima general: la temporada de huracanes afecta a un sector geográfico bastante grande como es el Caribe y lo ideal siempre es estar a resguardo durante esos meses. Son cinco o seis meses al año que arrancan justo ahora en abril y mayo. De todos modos, pasamos una temporada en Puerto Rico, con el barco anterior, en un lugar muy resguardado y era época de huracanes. Pero tomamos precauciones en ese sentido. En cuanto a las rutas siempre es ideal ir a favor del viento y las mareas, en el cruce del Atlántico lo mejor es esta época. Siempre que hacemos estas navegaciones largas nos fijamos que el clima general acompañe la ruta que queremos hacer.

Vídeo documental del cruce del Pacífico a bordo del «Bohemia»

¿Con qué dispositivos cuentan en el velero?

—(Thomas) No tenemos indicador de viento, por ejemplo, porque se rompió apenas compramos el barco y nunca lo arreglé. Eso no quita que me fije los pronósticos y usemos todos los elementos necesarios para una navegación segura. Una aplicación como Windy hoy usa los pronósticos más avanzados y no cuesta nada mirar a ver qué sucede. Ahora la interpretación de todo eso es lo más importante: tenés que saber si hay corriente en contra o a favor, de dónde viene el viento. Si estoy en el hemisferio norte también uso la página de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) que informa también las boyas. En el VHF hay un loop constante que te va informando también la predicción. Es importante porque también navegamos sin Starlink (lo tenemos pero está siempre apagado) y porque nos gusta esa desconexión.

Por ahora, que hacemos trayectos de cuatro o cinco días como máximo, esa predicción del clima es muy certera. Si hacemos cruces más largos entonces usamos las cartas de pilotos (Pilot Charts) que dicen qué va a pasar en esa temporada. Una de las cosas que nos propusimos este año fue cambiar la jarcia de barco, el timón de fortuna, el piloto de viento y el sistema AIS que es importante para la cantidad de millas que queremos hacer. 

¿Qué cursos tomaron para hacer navegaciones de este tipo?

—(Agustina) Yo no hice nada. La vida misma (se ríe). Thomy me enseñó cosas, la verdad es que explica muy bien. Fui aprendiendo: nunca fui una apasionada por la vela o que me animo a ir a navegar sola y levantar las velas. Yo le digo a él que esta vida es con él y si no ni sé si seguiría en mi historia. Yo amo el mar y me encanta pero nunca me puse a estudiar o hacer cursos de navegación. Lo demás es amor por esta vida, la naturaleza y la confianza que me da navegar con Thomas. 

¿Y cómo hacen de manera cotidiana para organizar la rutina en una travesía?

—(Thomas) Me pasa mucho: a veces le digo: ‘Sóltame una driza’ y se queda cómo diciendo dónde está. Es que justo yo estaba empujando el barco, porque estaba clavado en un banco de arena, en el medio de lluvia, rayos, tormenta y… Ahora es verdad que navego más en solitario y Agus se ocupa del bebé. Los fines de semana que navegamos en un 70 pies tiene todo eléctrico y con botones. 

—(Agustina) Sí, eso me pasaba más al principio, cuando arrancamos a navegar juntos. Me hablaba en términos que no entendía y no sabía qué me estaba pidiendo… Es otro idioma. Pero fui aprendiendo con el tiempo y sobre la marcha. Una de las primeras tormentas que tuvimos en el H20 me dijo: ‘¡Pásame la manivela!’ y yo no sabía que eso era para los molinetes. Ahora me animo a todo y sé algunos nombres más pero como está Tahi en las guardias nocturnas yo me quedo con el bebé y él timonea solo. 

¿Qué cambió con la llegada del bebé?

—(Agustina) La rutina no cambió tanto: todavía es chiquito y duerme mucho. Es un bebé muy tranquilo. Nunca dudamos si Tahi se iba a adaptar a esta vida en el barco o cómo iba a reaccionar. Creo que él sabía dónde iba a nacer y somos los padres que eligió. También nos turnamos para atenderlo. Yo sigo meditando o haciendo yoga a la mañana, escribo, pinto, todo ese proceso continúa aunque se acorta el tiempo porque hay más cosas que hacer. Los ratos libres los aprovechamos para editar, estamos por lanzar un pódcast, entonces nos acomodamos a los momentos de juego, sueño o si está tranquilo, siempre con sus tiempos. Para nosotros es un sueño poder darle esta vida tan cerca de la naturaleza.

—(Thomas) Creo que antes, durante las guardias, éramos más flexibles y nos organizábamos con turnos de tres o cuatro horas que alternábamos. Solo en momentos que hubiera mal clima entonces me quedaba yo al mando pero entre nosotros decidíamos cuando cambiarlas. Ahora, de repente las hago yo solo. Pero bueno, todo esto empezó como un experimento, se fue solidificando y se consolidó con este barco, es nuestra forma de vida y la elegimos de ese modo. 

¿Y seguís pintando?

—(Agustina) Sí, además publiqué un libro de ilustraciones infantiles. Se llama Guidance from the Ocean and the Moon y se puede conseguir en Amazon. Trata sobre las experiencias que fuimos viviendo en el barco, apenas nos mudamos, y cómo fueron esos saltos de fe hacia esta nueva vida. Los fui ilustrando con animales de la tierra y el mar. También tenemos ilustraciones publicadas en la página web y estoy preparando un nuevo libro que aún está en proceso. Pero sí, pintando, el arte siempre está presente. 

¿Cuáles son los próximos planes?

—(Thomas) Hasta octubre de este año estaremos en Newport porque los fines de semana navegamos un Hylas 70. Después es probable que lo llevemos a Miami y en noviembre o diciembre continuaremos con ellos. Más tarde, cuando Tahi esté un poco más grande nos encantaría ir a Centroamérica con el Bohemia, para estar en Panamá en enero o febrero. El destino sería conocer todo el Caribe, cruzar el canal otra vez y llegar hasta Baja California. Lo ideal sería hacer toda la temporada en la costa de Estados Unidos y cruzar el Pacífico para la Polinesia o continuar subiendo hasta California y Hawai. Si tenés un barco que está en condiciones de navegar las puertas del mundo se abren… 

¿Qué pasó con la primera bitácora de viaje que te regaló Agustina?

—(Thomas) Esa bitácora la seguimos teniendo: ahí escribimos sobre el primer viaje que hicimos juntos y apenas estábamos conociéndonos yo me fui de mochilero a Asia y también la usé. Ahora quedó en Argentina en la casa de la mamá de Agus, bien guardada, en un cajón con las “cosas” importantes.

Enlaces:
El viaje de Bohemia (Página): https://www.elviajedebohemia.com/
El viaje de Bohemia (Instagram): https://www.instagram.com/elviajedebohemia/?hl=es
Canal de YouTube: https://www.youtube.com/channel/UC2AuCJkzZMnfaO9upz-S4tA
Libro Guidance from the Ocean and the Moon: https://a.co/d/0lumUiA

Desde «Navegantes Oceánicos» agradecemos a Agus y Thomas que compartan sus experiencias y aventuras con nuestros lectores en esta apasionante entrevista, les damos nuestra más sincera enhorabuena por el nacimiento de su bebé, y les deseamos mucha suerte y buenos vientos en el futuro.